lunes, 28 de abril de 2014

#hablardehistoria: Los usos públicos de la historia



#hablardehistoria en #ruidosdemedios
26 de abril de 2014

Los usos públicos de la historia [
1]
por María Ernestina Alonso (@machialonso)

"La historia es siempre contemporánea."



1.    ¿Por qué elegir este tema para empezar  a #hablardehistoria en un programa de radio que se llama #ruidodemedios?

Porque desde mi punto de vista, vivimos en una época en la que son escuchados, televisados y publicados numerosos y muy diversos usos de la historia: por parte del Estado nacional –“en boca de” funcionarios del gobierno nacional y/o de otros niveles de gobierno o como fundamentos de políticas públicas; y por parte, también, de dirigentes de fuerzas políticas no oficialistas; o por los medios masivos de comunicación.
Una época que, según entiendo, comenzó en el 2003[2] -aunque este uso público de la historia se ha venido intensificando en los últimos años.

Fragmentos de discursos escuchados
Como ejemplos de tales discursos, propongo escuchar algunos fragmentos extraídos de discursos recientes:

1. del discurso de la Presidenta de la Nación, el 2 de abril de 2014, en la Ceremonia de conmemoración del Día del Veterano de Guerra y del Caído en Malvinas.
En: http://www.presidencia.gob.ar/videos, minuto 31.25 hasta minuto 33.30: "Los dirigentes (que arman las guerras) siempre mandan a morir por la patria a los que menos tienen.")

2. del discurso de la Presidenta de la Nación, el14 de abril de 2014, en el Acto de inauguración del Salón de los Pueblos Originarios en Casa Rosada:
En: http://www.presidencia.gob.ar/videos, minuto 23.30 hasta minuto 28: "Los argentinos hemos estado divididos desde el 25 de mayo de 1810.")

De monumentos y nombres de salones en la Casa de Gobierno
El 14 de abril pasado, la inauguración del Salón de los Pueblos Originarios en la Casa Rosada, la Casa de Gobierno sede del Poder Ejecutivo de la Nación Argentina, actualizó la polémica y los debates en torno del traslado del monumento a Cristóbal Colón, decidido por el PEN en 2013[3], y su reemplazo por un monumento a Juan Azurduy –un regalo de Evo Morales (presidente del Estado Plurinacional de Bolivia) a la República Argentina.

Esta polémica y estos debates me recordaron las polémicas y los debates originados por la propuesta de Osvaldo Bayer, formulada y hecha pública/publicada/ en mayo de 2010, de “desmonumentar”[4] y que consistía, sigue consistiendo, en quitar de su actual emplazamiento el monumento al general Julio Argentino Roca, comandante de la llamada “campaña al desierto”, en la Diagonal Sur en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y que una vez puesta a rodar, fue apropiada por numerosas comunidades en distintas localidades del país que iniciaron campañas para  remover otros monumentos a Roca y/o cambiar nombres a calles, plazas, escuelas y/o otros espacios públicos.

No me propongo ahora profundizar cada una de estas polémicas y debates.
Los traigo como ejemplos, casos concretos, que pueden ayudarnos a comprender de qué hablamos cuando hablamos de “uso público de la historia”.


2.    Historia, memoria y relato

Los usos públicos de la historia, que se ponen de manifiesto en debates públicos, consisten/se construyen a partir de distintos relatos sobre el pasado, elaborados por distintas personas y distintas instituciones, por diferentes actores políticos y sociales, y no solamente por los historiadores dedicados a la investigación y la producción académica de conocimiento histórico[5].

Los llamados “relatos de memoria” son “operaciones” que todas las personas hacemos con el pasado: con nuestro propio pasado personal y con la historia pasada en general. Básicamente, “recortamos” el pasado: porque elegimos qué recordar. Elegimos qué “rescatar” del pasado con el propósito de que “los fragmentos de memoria” seleccionados nos resulten útiles para el presente y el futuro.
Cuando son funcionarios de gobierno o dirigentes políticos quienes construyen estos relatos de memoria, la elección de los recortes del pasado con vistas a su utilidad en el presente, generalmente está orientada a construir identidades sociales y colectivas y, sobre todo, digo yo, a inscribir acciones y políticas de gobierno (o plataformas y proyectos de futuros gobiernos posibles) en tradiciones que las legitimen. Por ejemplo: tradiciones libertarias; de justicia social; de igualdad; de ampliación de derechos[6].

El antagonismo con Cristóbal Colón
Volviendo a uno de los ejemplos concretos que traje al comienzo, considero muy interesante analizar posibles razones de la elección de antagonismo, en esta Argentina actual de 2014, con la figura de Cristóbal Colón[7].
Desde mi punto de vista, no refiere a los conceptos “colonizar”, “colonización”, “colonias”, u “orden colonial/neocolonial” –ya que estos núcleos semánticos tienen una larga tradición, en la llamada “historia de Occidente”, iniciada hace más de dos mil quinientos años y vinculada con los antiguos egipcios, los antiguos fenicios y los antiguos griegos.
 
Puesta a pensar razones de la elección del antagonismo con Cristóbal Colón, me parece interesante pensar la llegada de Colón, en 1492, a estas tierras posteriormente llamadas americanas, como “hito” fundante de “lo PRE-colombino”: una noción que, muy pronto y ya en tiempos contemporáneos a los hechos, fue adoptada por historiadores no solo europeos sino también americanos y que –me animo a decir aquí– persiste todavía hoy en muchos libros de texto para la escuela y en muchos discursos docentes y escolares en general.
La marca lingüística de “PRE-colombino” desconoce las identidades y la diversidad de las culturas originarias americanas: borra y aplana la historia de los habitantes de un continente que estaba habitado y que tenía una historia y que no fue “descubierto” por Colón ni por los vikingos ni por ningún europeo[8].

Y que el personaje histórico elegido para “oponer” a Colón sea Juana Azurduy: mujer, mestiza, pobre, soldada y luchadora en la guerra por la independencia de la metrópoli española, designada ‘generala’ y que finalmente murió “olvidada” y sin reconocimiento del Estado Nacional, me lleva a pensar que este “relato de memoria”, esta “operación con el pasado”, se propone interpelar a los argentinos en referencia con el debate por la identidad cultural nacional y la política de Estado (llevada adelante por el gobierno nacional) de integración del país/la sociedad en la UNASUR: entendida como una alianza con los gobiernos de la UNASUR “que se parecen a sus pueblos” y que se oponen y están en lucha con los “bloques en el poder” –que en cada caso nacional articulan sus características particulares con características compartidas en tanto “bloques en el poder” regionales (sectores agroindustriales capitalistas  concentrados y, sobre todo, financieros y especulativos multinacionales/locales).

Un relato de memoria, una operación con el pasado que busca inscribir
“la tarea de la inclusión de los pueblos/de los pobres/ en todas las dimensiones de la vida social, sobre todo por medio del trabajo legítimo”
en una tradición histórica que dice “algo” así como:
“los pueblos de la América del Sur son pobres porque desde la llegada de Colón = los españoles = las potencias coloniales = siglo XVI hasta el neocolonialismo de la década de 1990 y excepto unos muy cortos períodos, fueron excluidos y marginados de los procesos de producción de riqueza”.


3. Para seguir pensando

No me animo a decir que lo que sigue es una conclusión.
Prefiero la idea de que se trata de una conceptualización para seguir pensando y, sobre todo, para provocar nuevas preguntas e incentivar la búsqueda de respuestas.

Los usos públicos de la historia, en tanto relatos de memoria, son siempre operaciones ideológicas. Y si bien estoy de acuerdo, siguiendo a Althusser[9], con que toda operación ideológica por parte de los aparatos ideológicos del Estado busca garantizar el sometimiento de las mayorías, para terminar esta columna quiero plantear la siguiente idea para seguir pensando y discutiendo.

Cuando el uso público de la historia está vinculado a la producción de un  discurso populista[10], es decir, un discurso que busca interpelar a los individuos para constituirlos en sujetos inscriptos en el PUEBLO entendido como el opuesto antagónicamente al “bloque en el poder”, entonces, se trata de un uso de la historia que busca que su recepción contribuya a generar autonomía en individuos decididos a organizarse como sujetos en acción colectiva y tomar posición en el campo de disputa de clases en lucha.

Una invitación a los oyentes/lectores
Los invito a analizar los discursos que nos atraviesan, todos los días, producidos por parte de muy diversos “emisores” y a identificar en ellos “usos de la historia”.
Podemos analizarlos con las categorías que propongo, o con otras que aporte cada uno de los oyentes/lectores, interesado en profundizar y analizar el debate.
¡Esperamos los aportes!


Notas y referencias


[1] Este texto es publicado bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported
 
[2]
Y no digo con esto que antes del 2003 no se registrara el uso público de la historia. Digo que, desde mi punto de vista, en “esta época” se trata de una decisión estratégica por parte –al menos– del gobierno nacional de incluir este uso público de la historia en la producción de un discurso populista (siguiendo la definición que de tal concepto ha hecho Ernesto Laclau).
 

[3] Presidencia de la Nación:
http://www.telam.com.ar/notas/201306/19702-comunicado-del-gobierno-nacional-sobre-el-monumento-a-colon.html
Diario La Nación: http://www.lanacion.com.ar/el-monumento-de-cristobal-colon-t49554
“[…] El de los Pueblos Originarios (ha sido) el duodécimo salón de la Casa Rosada, junto con el
Blanco, el Sur y el Norte (que la jefa de Estado casi no usa) el de Mujeres del Bicentenario, su preferido, y los que ordenó crear bajo su gestión: Eva Perón, Científicos, Patriotas Latinoamericanos, de los Pintores, Martín Fierro, y la Galería de los Ídolos Populares”.

[5] En una entrevista publicada por la Agencia Paco Urondo, el 18 de abril, en el contexto de un dossier sobre “La compleja herencia de Julia A. Roca”, la historiadora argentina Hilda Sábato) retoma los conceptos de “relatos de memoria” y los argumentos para explicar la noción de “usos públicos de la historia”. Entre otras ideas, Sábato afirma: “La controversia alrededor de la figura de Roca es una controversia que tiene más que ver con la memoria colectiva, con el debate público sobre el pasado que con una discusión de tipo académica sobre cómo fue Roca (simplificando: si “Roca constructor del Estado Nacional”, o si “Roca genocida”). No hay demasiada discusión entre los historiadores”.

[6]  Claro que las tradiciones pueden ser otras y tratarse de recortes del pasado que busquen justificar acciones y/o políticas tales como el exterminio de grupos sociales con un determinado origen étnico y/o religioso; o como el genocidio de personas que sostienen ideas y proyectos diferentes de los del bloque en el poder en una determinada época.

[7] El análisis del antagonismo con Julio Argentino Roca, el general comandante de la llamada “conquista del desierto” en 1879 y presidente de la Nación en 1880 y en 1904, será retomado en alguna de las próximas columnas en relación con el debate sobre cuál es el proyecto de país/modelo económico deseable para la Argentina que en términos polémicos puede ser sintetizado como “el país del Centenario (el de la llamada ‘generación del ochenta’) frente a “el país del Bicentenario”.

[8] Luego de terminar de escribir la columna y en la vigilia antes de la duermevela (con el “cerebro en modo ram”, como me gusta pensarlo), me di cuenta que el acto de inauguración del “Salón de los Pueblos Originarios”, antes llamado “Salón  Cristóbal Colón”, había sido realizado un 14 de abril: fecha en la que, tradicionalmente, el calendario escolar indicaba celebrar como el “Día de las Américas”. Y recordé entonces dibujos en carteleras escolares, y en cuadernos y carpetas, que mostraban las banderas de todos los países de América con un sentido de “agradecimiento” a Cristóbal Colón, “descubridor de un nuevo mundo” que, con su acto, “había dado existencia, antes los ojos de los europeos, a un continente que, para “los otros”, hasta entonces, no había existido.
Todavía en “modo ram”, advertí: ¡cuántas “operaciones con el pasado”, cuántas “construcciones de memoria”, superpuestas unas a otras! ¡Cuánta complejidad ideológica y estrategia política condensada! ¡Cuánta cantidad de comprensión y de-velación necesarias!

[9] En Ideología y aparatos ideológicos del Estado (1970) y escritos posteriores, Louis Althusser explica que la ideología, por medio del mecanismo de la interpelación, constituye a los individuos en sujetos. Soporte portador de relaciones sociales en lo real, el individuo se convierte, en lo imaginario, en principio autónomo de determinación y, por tanto, en depositario de una libertad irreductible. Pero esto no es todo. La ilusión de la autonomía, de la libertad, es engendrada por la ideología para garantizar su contrario: el sometimiento o, más precisamente, para disimular el sometimiento objetivo, que se asegura por su intermedio, bajo las apariencias de una “libre” autosujeción a/cargo de cada individuo/sujeto.


[10] De acuerdo con Ernesto Laclau, en Política e ideología en la teoría marxista (1978) y escritos posteriores: Un discurso es populista cuando se verifica una peculiar forma de articulación de las interpelaciones popular democráticas (unidades semáticas/elementos) a tal discurso –de clase o de alianza de clases–, de modo tal que las interpelaciones popular democráticas son presentadas como conjunto sintético antagónico respecto de la ideología dominante.

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